Como siempre, ya es rutina.
Mi Pueblo, si otra vez mi Pueblo. Prepárate porque tengo muchas cosas sobre él.
Mira.
Te lo cuento a vos, solo a vos, no lo andes por ahí desparramando, como lo hace tu vecina.
Creo que tenía unos veintipoquitos, ya había comprado mi segundo auto, era un Renault 18 Gris, funcionaba bien, estaba un poco jodido de chapa, pero funcionaba bien, satisfacía mis necesidades.
Resulta que en esa época en mi pueblo era época de elecciones para intendente.
Veías a pibes de mi edad haciéndose los revolucionarios guevaristas con remeras y gorras de los partidos por 10 pesos, es lo que vale un ideal político en mi Pueblo.
Creo que la relación/precio valor en este caso exageran.
¿Caro? Lo veo muuuuy caro.
10 pesos en ese entonces eran 10 pesos. Hoy, esos mismos 10 pesos continúan teniendo más valor que el ideal político.
Bien, estos, con tal de convencer al Pueblo por un voto, daban colchones y garrafas a gente que no tenían cama y ni siquiera cocina.
PRIMER PUNTO para los negocios.
Conoce a tu audiencia y entendé sus necesidades.
Cosa que no hace ninguno de estos tipos y peor que eso, ni se enteran.
Resulta que había varios postulantes buenos, candidatos malos y como siempre avarientos en busca de un pedazo de la torta.
Eran todo y son todo lo contrario a la palabra política.
Todos nuestros próceres se retuercen en la tumba.
Menos mal Manuel Belgrano no te sepultaron en nuestro Pueblo, porque hubieses despertado en el camino de tu sepultura com los pozos que desde una avenida hermosa hasta el cementerio se unen por solo 600 metros.
Que con los impuestos que nos cobran, las calles deberían estar revestidas en oro.
Muchachos no cuesta nada echarle un poco de piedra con brea.
Dos dedos de frente, por favor.
En esa época no me interesaba mucho este tipo de temas, quería irme, salir un poco del calvario, necesitaba aires nuevos, ganar plata, hacer música, estudiar, conocer mujeres y vivir.
En ese orden.
No entendía mucho, que era lo que cada partido representaba, pero sí entendía lo que cada uno quería.
PODER, PODER y MÁS PODER.
Ya eran los momentos definitivos.
Faltaba una semana para finalizar las elecciones, izquierda contra derecha, derecha contra izquierda.
¿Y en el medio de la disputa como siempre?
Nosotros, el Pueblo.
Resulta que en una de esas noches ya en la recta final.
Uno de los partidos jugo sucio.
Va, “jugo sucio”, explícame por favor lo que es limpio entonces.
Tiraron unos panfletos por tooooodo el pueblo, un gasto increíblemente caro para realizar un ataque al partido que no estaba de turno.
En el panfleto decía algo así.
No sé si los del pueblo se acuerdan, pero algo así no se olvida.
“No VOTE a ASESINXXX” Y el nombre del candidato.
Un papel blanco con letras Rojas, creo que con gotas de sangre dibujadas.
Las calles aparecieron inundadas de esos panfletos, eso fue todo pensado.
Imagínate la logística para hacer todo eso.
Salió en todos los medios locales, diarios y revistas.
En un Pueblo de 14 mil habitantes, todos nos conocemos. Va casi todos.
Y resulta que a oídos de este candidato, el cual está siendo atacado.
Llego qué.
Se vio por las calles a pibes en un auto tirando estos panfletos por todo el Pueblo
¿El auto era?
Un Renault 18 Gris.
¿O casualidad?
El pelotudo tenía un Renault 18 Gris.
Me comenzaron a llegar mensajes de todos lados. Hasta una prima me amenazaba diciéndome que me fije lo que andaba haciendo.
Lógicamente, me negué a todos esos mensajes de lo cual yo, no tenía ni puta idea de lo que había pasado.
Todos me acusaban, nadie tenía pruebas, todos eran jueces. Casi todos.
Bueno, resulta que este candidato, puso un precio.
Le pago o le pagaba a los que no tienen nada que perder, para que me den una buna lección.
Ya te podrás imaginar como sería esa buena lección.
Era obvio que estos me iban a cagar a palo, torturar, ¿o por qué no?
Mamarme el aparato reproductor (con todo respeto para no decir verga y afectar la sensibilidad de la generación de cristal)
La cosa es que comenzaron a llegar mensajes de amigos, amigos de verdad.
Aquellos que están en este tipo de momentos.
Los mensajes eran de que me andaban buscando los mama aparato reproductor del partido.
Y entre todo eso recibo una llamada, si una llamada.
Era, El Malón del Pueblo.
El macho cabrio, al que nombras y la piensan dos veces.
Al que todos respetan, porque él, si se gana el respeto, no lo compra.
Este, también tenía poco y nada que perder, era peseta, cojudo, grandote corte trabuco, pisaba mierda de perro, y hacía arcadas.
Bueno, che, todos tenemos una debilidad.
¿Yo? Como mi papá, las mujeres.
Bien, continuo.
El Malón es uno de mis verdaderos amigos, el segundo después de mi viejo y mis hermanos.
Me conoce desde los 6 años. Sabía todo de mí, sabía hasta de mí poco interés político.
Me comento la situación y me dijo.
—Vení, así hablamos.
Perfecto, esto se tenía que arreglar.
Te digo la verdad, estaba todo cagado, tenía miedo, ansiedad, le comenté a mi viejo la situación, obviamente, el cómo siempre, de fierro apoyándome.
Yo estaba seguro, porque era inocente ante el acto de cobardía que se me acusaba.
Me fui a lo del Malón en mi R18 Gris. Era tarde, casi nueve de la noche.
Llegue.
Nos sentamos en unos sillones, en el ambiente había luz baja y olor a cigarrillo, me dijo.
— Te conozco de pibe y te conozco bien, sé que no te interesa nada de la política, pero…
Sé que también, en estos casos ofrecen plata para hacer este tipo de cagadas.
Decime. ¿Fuiste Vos?
Y con toda la seguridad respondí que no.
—ni por plata ni por nada hago algo para cualquier tipo de político, no me interesa y no está en mis planes.
—Vos me conoces y no tengo la necesidad de mentirte. Aparte cada vez que vas a mi casa te cuento de mis planes de irme a estudiar.
Lo cual era y fue la verdad, quería irme, tenía la necesidad, quería escaparme de la jungla, hacer mi vida, ganar plata, estudiar, estar con mujeres y pero no haciendo campaña a los políticos.
En eso, saco su teléfono y llamo a los mama vergas que me andaban buscando, les dijo que vengan que yo estaba ahí.
Su casa continuaba oscura y con olor a cigarrillo.
Llegaron los mama verga.
Eran tres.
O casualidad. Te dije, en el pueblo, nos conocemos todos, bueno, casi todos.
Uno era un vecino y los otros eran de otros barrios más alejados.
Fueron buena onda porque me conocían, no me faltaron en ningún momento el respeto, solo me dijeron que querían asegurarse de que sí era yo o no.
Mira, en una situación como esta, si vos no decís la verdad, la verdad lo dice por vos.
Pase de la euforia a la calma, de la ansiedad a la tranquilidad, de la angustia al placer en un lapso de tiempo récord.
Aprendí lo importante que es que crean en tu palabra y también ser verdadero.
Como en todas las situaciones, ser verdadero no es para cualquiera, mucho menos para los políticos de mi Pueblo, disculpen, pero es la verdad.
Aprendí también que nunca se sabe realmente quién es el que te ayuda a resolver un conflicto.
A veces, la persona menos esperada te da la solución.
Negocie con gente que no tenía nada que perder, gracias a ser verdadero y que mis ojos esa tarde me delataban.
Aprendí lo importante de enfrentar los conflictos, sin importar el grado.
Esa noche podría haber sido diferente y no estaría escribiendo esto.
La confianza y el respeto se gana sin plata.
Como lo hace el Malón.
Bueno, por suerte hablamos bastante y los sicarios me comenzaron a ver de otra forma, con respeto.
Se le avisó al candidato de que yo no había sido.
Y le dijeron que iban a ir a buscar al otro Renault 18 Gris que había.
Espero, que el allá tenido a su propio Malón del Pueblo.
Yo, salí del pueblo, pero el pueblo no salió de mí.
Me gusta escribir, leer, hacer música y ganar plata.
No trabajo con sicarios ni mucho menos con matones.
Hago negocios verdaderos con personas verdaderas.
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